Según la definición del GNEAUPP de 2001, una lesión por presión es una lesión de origen isquémico, localizada en la piel y tejidos subyacentes con pérdida de sustancia cutánea y producida por una presión prolongada, fricción entre dos planos duros o pinzamiento vascular.
En la actualidad para el país, siguen siendo un problema en salud pública ya que su prevalencia se estima que es 14.1 %, predominando en el sexo masculino y en el grupo etario comprendido entre los 75 y 85 años.
Para la academia las lesiones por presión han generado relevancia en las profesiones médicas, la etiopatogenia establece que una LPP es generada por la presión ejercida y sostenida entre dos planos, generalmente un plano corresponde a las prominencias óseas del paciente y el otro es representado por la superficie en donde el cuerpo reposa, bien sea una cama, una silla o incluso unos zapatos. Estas presiones conllevan a necrosis tisular en poco tiempo, gracias a la isquemia local, que finaliza en una ulceración.
Existen dos tipos de fuerzas además de la presión que pueden generar una LPP: Fricción y Cizalla. En la práctica clínica existen estrategias para valorar el riesgo de lesiones por presión gracias a herramientas de clasificación como la Escala de Emina o la escala de Norton, de esta manera se establece un plan de cuidados preventivo. Dentro de las estrategias preventivas, los grados de evidencia recomiendan el uso de dispositivos que mitiguen las fuerzas que las generan, entre estos las Superficies Especiales de Apoyo SEMP, las cuales pueden ser estáticas como cojines viscoelásticos o dinámicas como colchones con bombas reguladoras de aire. Cabe mencionar que ninguno de los dispositivos de alta tecnología actuales, reemplaza los cambios posturales del paciente.
Ahora bien, cuando un paciente ya tiene una lesión por presión esta se debe tratar con premura para evitar complicaciones. Para esto es fundamental que el profesional en salud clasifique la lesión de manera adecuada y así podrá realizar el abordaje de la misma.
CLASIFICACIÓN DE LAS LESIONES POR PRESIÓN:
CATEGORIA I-Eritema no
blanqueable
Piel intacta con eritema no
blanqueable de un área localizada, generalmente sobre una prominencia ósea,
aunque también pueden aparecer sobre tejidos blandos sometidos a presión
externa por diferentes materiales o dispositivos clínicos. El área puede ser dolorosa,
firme, suave, más caliente o más fría en comparación con los tejidos
adyacentes, pudiendo presentar edema o induración (>15 mm de diámetro).
CATEGORÍA II – Úlcera de
espesor parcial
Pérdida de espesor parcial de la
dermis que se presenta como una úlcera abierta poco profunda con un lecho de la
herida normalmente rojo-rosado y sin la presencia de esfacelos. Esta categoría no debería usarse para
designar a lesiones por adhesivos, excoriaciones o laceraciones cutáneas.
CATEGORÍA III – Pérdida total
del grosor de la piel
Pérdida completa del tejido
dérmico. La grasa subcutánea puede ser visible, pero los huesos, tendones o
músculos no están expuestos. Puede presentar esfacelos y/o tejido necrótico
(húmedo o seco), que no oculta la profundidad de la pérdida de tejido. Puede
incluir cavitaciones y/o tunelizaciones.
CATEGORÍA IV – Pérdida total
del espesor de los tejidos
Pérdida total del espesor del
tejido con hueso, tendón o músculo expuesto. Pueden presentar esfacelos y/o
tejido necrótico (húmedo o seco). A menudo también presentan cavitaciones y/o
tunelizaciones. La profundidad de la úlcera por presión de Categoría IV también
varía según la localización anatómica y el tejido subcutáneo (adiposo) que ésta
contenga.
Lesión de tejidos profundos
Área localizada de la piel con
forma más irregular que presenta por lo general un doble eritema, el segundo
más oscuro (de color púrpura o marrón) El área puede ir circundada por un
tejido que es doloroso, firme o blando, más caliente o más frío en comparación con
los tejidos adyacentes.
Inclasificable/sin clasificar
Pérdida total del espesor de los
tejidos, donde la profundidad real de la úlcera es desconocida por estar
completamente cubierta por esfacelos (amarillos, grises, verdes, marrones) y/o
escaras (marrón, negra). Hasta que no son retirados del lecho para dejar
expuesta la base de la lesión, no puede determinarse la profundidad real de la
herida, generalmente suelen coincidir con categorías III o IV.
Fuente: García-Fernández FP, Soldevilla Agreda JJ, Pancorbo
Hidalgo PL, Verdú Soriano J, López Casanova P, Rodríguez Palma M.
Clasificación-categorización de las lesiones relacionadas con la dependencia.
Serie de Documentos Técnicos GNEAUPP n.° II. Logroño: Grupo Nacional para el
Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas; 2014
[consultado 2 Jun 2019].
Para el cuidado local de la LPP según la European Wound Management Associatión EWMA, es importante destacar el concepto de preparación del lecho de la herida, el cual tiene cuatro pilares fundamentales:
1. Control del tejido no viable: Cuando una herida tiene presencia de tejido desvitalizado, es un obstáculo para el proceso de cicatrización, la eliminación de dicho tejido se lleva a cabo a través del desbridamiento. Se define desbridamiento como el conjunto de mecanismos por medio de los cuales se retiran tejidos no viables, cuerpos extraños y exudados presentes en la herida. Existen varios tipos de desbridamiento, los cuales se pueden combinar entre sí para el tratamiento; un ejemplo de estos son los cortantes, quirúrgicos, enzimáticos, autolíticos.
2. Control de la inflamación y de la infección: Aunque la evidencia clínica refiere que no se deberán utilizar de manera rutinaria los antisépticos para limpiar las heridas, ya que estos deben ser utilizados en un periodo de tiempo limitado, por lo menos hasta que la herida tenga una inflamación reducida, sugiere el uso de clorhexidina por ser un activo frente a materia orgánica. En una LPP son signos clásicos de infección local son : dolor, calor, edema, eritema exudado purulento y fetidez. Frente a la infección el uso de plata tiene una eficacia antimicrobiana mayor que el de la sulfadiazina o el nitrato.
3. Control del exudado: Se ha demostrado que el exudado favorece al proceso de cicatrización ya que mantiene la humedad del lecho de la herida, permite la migración de células que reparan los tejidos, permite la difusión de factores inmunitarios o de crecimiento. Sin embargo, el nivel de exudado debe ser optimo ya que puede convertirse en un problema; se considera «normal» el exudado seroso, mientras que en presencia de infección se puede presentar un exudado purulento o verdoso cuando se asocia a psudomonas aeruginosa.
4. Estimulacion de bordes epiteliales: Durante el proceso de cicatrización, los bordes de una herida son los primeros en formar capa de epitelio, es importante que la cura se realice en torno al cuidado de este tejido nuevo. Es por ello que se recomienda el uso de emolientes como los ácidos grasos hiperoxigenados AGHO o el óxido de zinc que permita proteger el tejido neoformado y así avanzar en la remodelación de la herida.
- Soldevilla Agreda JJ, Torra i Bou JE, Rueda López J, Martínez Cuervo F, Verdú Soriano J, Mayán Santos JM, et al. 2ë Estudio Nacional de Prevalecía de Ulceras por Presión en España, 2005: epidemiología y variables definitorias de las lesiones y pacientes. Gerokomos 2006;17(3):154-172.
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